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No pensar mal del prójimo


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Resumen del tema
El Islam siempre ha tomado en cuenta fortalecer las relaciones amables y la hermandad entre los musulmanes, y por eso invitó a todos los que apoyan este amor a que difundieran la paz, recomendó que se estrecharan la mano al encontrarse, entre otras cosas. También advirtió de las cosas que debilitan este amor como pensar mal de las personas, las calumnias y los chismes, entre otros. Pensar mal de la gente es el peor método de difundir la enemistad y el odio; además de ser la causa de que se corten las relaciones, y las hermandades musulmanas, y la desintegración de la familia. Así que siempre piensen bien de sus hermanos.

Primer Jutba

Alabado sea Al-lah, Señor del Universo. Le glorificamos, Le pedimos perdón por nuestros pecados y a Él nos encomendamos. Nos refugiamos en Al-lah del mal que existe en nuestras propias almas y de los perjuicios de nuestras malas acciones. A quien Al-lah guía nadie puede desviar y a quien extravía nadie puede guiar. Atestiguamos que nada ni nadie merece adoración sino Al-lah, Único, Quien no tiene copartícipe alguno. Atestiguamos que Muhammad es Su siervo y Mensajero. Alabado sea Al-lah quien es el Único conocedor de lo que ocultan los corazones de sus criaturas, alabado sea aquél que nos enseñó a no pensar mal del prójimo.

Si los musulmanes queremos establecer entre nosotros una relación fuerte y de sólidos cimientos, debemos tratar a la gente con una actitud sana, con sentimientos puros, con una buena disposición, pensando siempre lo mejor del prójimo al tratarnos.

Así es, debemos quitarnos el enfoque despectivo al juzgar las palabras, obras y posiciones de los demás.

Si analizamos con detenimiento las relaciones sociales de los musulmanes, encontraremos con tristeza que estas han sido destrozadas por los rencores mutuos, las suposiciones, las dudas, los rumores y las sospechas. Es frecuente oír en las reuniones de musulmanes decir que fulano dijo esto o lo otro, que zutano quiso decir esto o lo otro o que su intención es tal o cual.

Malos pensamientos hacia los demás, que avivan sentimientos de odio y desprecio que destruyen las relaciones sociales, que sacuden las bases de la fraternidad y cortan los lazos familiares, esparciendo la discordia entre los miembros de la sociedad. ¿Cuántas veces oímos de crímenes y desgracias terribles por tener malos pensamientos hacia los demás sin motivo? Cuando el prejuicio invade los corazones se producen las sospechas precipitadas, el fisgoneo y el espionaje. La persona piensa: “Me voy asegurar de que tal rumor o sospecha es cierto o no”, y entonces empieza a espiar y hasta calumniar a su hermano “sospechoso”, lo cual lo lleva a cometer varios pecados a la vez y todos graves. Este es el peligro de los prejuicios, pues las relaciones entre los musulmanes que se levantan sobre estos bajos sentimientos, sobre rumores, sospechas y odios, harán que toda relación fraternal y amistosa sea destruida.

Pensar mal de los demás y tener prejuicios impide entablar una relación social civilizada, pues provoca la pérdida de confianza, las intrigas, las antipatías y el alejamiento entre los miembros de la sociedad. Como podrán notar, esto significa el fracaso y la decadencia de nuestra sociedad. Al-lah Dijo: {Y obedeced a Al-lah y a Su Mensajero, y no discrepéis porque os debilitaríais y seríais derrotados. Sed pacientes y perseverantes, pues ciertamente Al-lah está con los pacientes.} [Corán 8:46]

Pensar mal de los demás no trae nada bueno; al contrario, es un medio para difundir la enemistad, el odio, dividir a las familias y destruir la fraternidad del Islam. Casi todas las personas que piensan mal de su prójimo acaban cometiendo otros pecados más, y en la otra vida será motivo de arrepentimientos y pesares. Que Al-lah nos libre de ello.

Veamos el caso de los perversos que se burlaban de los musulmanes por su debilidad y pensaban mal de ellos. Al-lah dice sobre estos: {Dirán [los líderes de la incredulidad]: ¿Qué sucede que no vemos [aquí en el Infierno] a los hombres que considerábamos los peores? ¿Acaso nos equivocamos al burlarnos de ellos? ¿O es que están [con nosotros en el Infierno] pero no los vemos?} [Corán 38:62]

En la interpretación de estas aleyas más de uno de los exégetas dijo: “La gente a la que consideraban maligna eran los musulmanes débiles, de quienes ellos se burlaban y los consideraban muy insignificantes para que Al-lah les haga algún bien”.

Pero los débiles de los musulmanes se burlarán de los incrédulos en el Paraíso, de esos que se burlaban de ellos en la vida terrena y estarán en el Infierno. Al-lah dijo: {Ciertamente los pecadores se ríen de los creyentes} [Corán 83:29], y dijo: {Y el Día del Juicio los creyentes serán quienes se rían de los incrédulos} [Corán 83:34], y también mencionó: {Les ha sido embellecida la vida mundanal a los incrédulos, y [por eso] se burlan de la pobreza de los creyentes; pero los piadosos estarán por sobre ellos el Día de la Resurrección, y Al-lah provee a quien desea sin medida.} [Corán 2:212]

Al-lah ha dicho: {¡Oh, creyentes! Evitad sospechar demasiado [de la actitud de los demás], pues ciertamente algunas sospechas son un pecado; y no os espiéis, ni habléis mal del ausente, pues ello es tan repulsivo como comer la carne de un hermano muerto. ¿Acaso alguno de vosotros desearía hacerlo? Por supuesto que os repugnaría. Y temed a Al-lah; ciertamente Al-lah es Indulgente, Misericordioso.} [Corán 49:12]

El contexto de la aleya nos indica la orden de proteger y respetar el honor de los demás; así, la persona que sospecha de otro y dice: “Investigaré para cerciorarme”, pues se encuentra con la prohibición: {¡no os espiéis!} Y si dice: “Ya me cercioré sin espiar”, se le dice: {¡No habléis mal del ausente!} Este es un llamado a los creyentes para que no permitan que sus corazones sean presa de todo lo que se les ocurra de sospechas sobre los demás.

El Corán purifica la conciencia desde su interior, para que no se corrompa con prejuicios sobre los demás y caiga en pecado, dejándola limpia de todo mal pensamiento sobre el prójimo. ¡Qué lindo sería una sociedad libre de sospechas! ¡Una sociedad donde la fraternidad no sea opacada por los prejuicios y las sospechas, y la inocencia no sea manchada por rumores e intrigas!

En el Musannaf de Aburrazzaq se cita a Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido de él, diciendo que el Profeta, la Paz y Bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “¡Cuidaos del prejuicio! Pues el prejuicio es la voz más mentirosa. Y no os fisgoneéis, ni os espiéis ni os envidiéis ni os difundáis intrigas ni os odiéis mutuamente. Sed siervos de Al-lah. Hermanos”. En otra versión dice: “¡Cuidaos del prejuicio! Pues es la opinión más mentirosa. Y no os envidiéis, no compitáis, no os odiéis, no os difundáis intrigas. Sed siervos de Al-lah, hermanos”.

Dijeron algunos eruditos: “Lo que distingue las sospechas que debemos evitar, de las otras, es el hecho de que toda opinión que no tiene una señal evidente y una causa clara es ilícita y se debe evitar. Esto es cuando la persona sobre la que se opina es conocida por su virtud, rectitud y lealtad; así pues, sospechar que sea un traidor corrupto es ilícito. En cambió, el veredicto será distinto si se trata de alguien de dudosa reputación o de pública corrupción”.

Se cita que Sa’id Ibn Al Musaieb dijo: “Me escribió uno de los Sahabah del Mensajero de Al-lah, la paz y bendiciones de Al-lah sean con él, que tenga la mejor opinión de mis hermanos hasta que me llegue algo evidente sobre ellos, y que no interprete para mal ninguna palabra salida de boca de un musulmán si esta tiene otro sentido positivo”. Este proceder se hace más necesario aún con la gente de bien y virtud. Esto es parte de la buena percepción de las intenciones y fines que mucha gente, lamentablemente, no posee, pues juzgan los errores de los demás sin tomar en cuenta su situación y antecedentes o intenciones.

A veces se trata de un simple desliz de la lengua y no se tiene ninguna mala intención, tal como lo explica Ibn Al Qaiem, quien dice: “Una misma palabra pronunciada por dos distintas personas en un caso puede ser una gran mentira y en el otro puede ser la verdad pura, se debe tener en cuenta los modales del interlocutor, sus antecedentes y su ideología”. Por esto mismo es que vemos que no se establece la incredulidad de quién dijo por la inmensa alegría que sintió: “¡Dios! ¡Tú eres mi siervo y yo soy tu señor!”, porque obviamente no era su intención declararse a sí mismo como una deidad, y no fue sino que la emoción lo embargo y su lengua se confundió.

Vemos así también al Sheij Ibn Taimiah que cita palabras de uno de sus oponentes, luego dice: “… y estas palabras encierran cierta ambigüedad. El hombre recto las interpretará en el buen sentido, y otros las interpretarán de otra manera”.

Estos son los modales en los que se educaron nuestros predecesores virtuosos: justicia y objetividad. Lo trazaron los eruditos para toda la nación. Interpretaban las expresiones ambiguas en el buen sentido, manteniendo así la pureza de corazón, sin dar lugar a pensamientos pecaminosos y con un buen ejemplo y consejo para la nación. Pero, ¡qué lejos de ello estamos hoy los musulmanes!

Nuestros predecesores no tenían la costumbre de buscar obscuros y artificiosos significados a las palabras de los demás, ni se alegraban de los errores al hablar de los otros ni acostumbraban pensar mal de los demás.

También es parte del prejuicio y pensar mal de los demás siervos de Al-lah, presentar las palabras y acciones de los demás de forma negativa, al exagerar la parte negativa de las mismas y verlos con ojos de sospecha y culpa, sin buscar motivos o excusas para ellos. Generalmente, toda frase puede ser interpretada de dos maneras, una positiva y una negativa. ¡Subhan Al-lah! ¿Cómo entonces se atreven a juzgar las intenciones y fines de la gente? ¡El conocimiento de lo que ocultan los corazones y su juicio es un derecho exclusivo de Al-lah, el que conoce lo secreto y lo oculto! El ser humano, en cambió, sólo sabe de su hermano lo público y evidente. Estos eran los modales de nuestros rectos predecesores que fueron iluminados en sus corazones por las enseñanzas del Islam.

‘Abdurrazzaq cita a ‘Abdul-lah Ibn ‘Utbah Ibn Mas’ud, diciendo: “Oí a ‘Umar Ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, decir: ‘Habían personas que eran juzgadas por revelación divina en época del Mensajero de Al-lah, y esta revelación ya se terminó. Ahora los juzgamos por lo que se evidencie de sus actos. Quien nos evidencie buenas obras, pues le daremos seguridad y confianza y no hurgaremos en sus intimidades. Al-lah lo juzgará por sus asuntos íntimos. Y quien evidencie malas obras, no le damos seguridad ni confianza, aunque diga: ‘Mis intenciones son sanas’”.

El musulmán debe meditar muy bien cada cosa que dice o cada juicio que emite, y debe tener presentes las palabras de Al-lah: {No hagáis ni digáis nada si no tenéis conocimiento. Por cierto que seréis interrogados en qué habéis utilizado el oído, la vista y el corazón.} [Corán 17:36]

Le pido a Dios perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.

Segundo Jutba

¡Siervos de Al-lah! Los prejuicios tienen sus causas. La principal tal vez sea el hecho de que el individuo se crió en un ambiente de malos modales y prejuicio, de parte de su familia o amigos, de manera que el individuo se forma con malas intenciones y una naturaleza baja. Y quien sigue sus inclinaciones bajas cae en los falsos prejuicios, pues el capricho enceguece.

Cuando una persona simpatiza con otra de forma emocional y caprichosa, siempre piensa bien de ella y olvida sus errores, aunque sean muchos y graves. Y si una persona detesta a otra, pues no simpatizan con ella sus emociones y ahí es donde se vuelve prejuiciosa contra tal persona. Entonces, empieza a buscarle sus errores, aunque esté la persona acertada.

Algunas personas se consideran más que las demás y consideran siempre tener la razón y que los demás están errados, y esto también puede provocar caer en el prejuicio contra los demás.

El fenómeno del prejuicio y el pensar mal de los demás musulmanes está muy extendido en nuestros días, y se ha convertido en una gran amenaza contra la fraternidad y la unión en la sociedad musulmana. Está demás decir que esto afecta negativamente a nuestra sociedad y la debilita contra las amenazas internas y externas.

Al llenarse de sospechas y rumores contra otras personas, se provoca que mucha gente buena sea oprimida y se corte toda relación social con ellas sin justificativo legal. Como dice la gente árabe: “Vemos la enemistad, pero no vemos su justificación”; y todo esto por rumores, chismes, opiniones prejuiciosas y tendenciosas, como dijo Al-lah: {Y quienes ofenden a los creyentes y a las creyentes sin tener motivo, he aquí que cometen un pecado evidente.} [Corán 33:58]

Así pues, hemos demostrado que el pensar mal de los demás es una plaga devastadora; por lo que debemos buscar el remedio para evitar ser destruidos por sus efectos.

Parte del remedio puede ser pensar bien del prójimo, evitar ser prejuicioso, meditar antes de juzgar o lanzar una acusación contra alguien, porque es mejor equivocarse al pensar bien del prójimo que apresurarse y equivocarse al pensar mal del prójimo. Dijo ‘Umar, que Al-lah esté complacido con él: “No pienses sino cosas buenas de lo que dice tu hermano, si es que sus palabras permiten la mínima posibilidad de ser interpretadas así”.

También, es parte del remedio buscar excusas para la gente y dejar de enfatizar y recalcar sus errores. Se debe procurar mantenerse sujeto a los modales islámicos respecto a juzgar las cosas y las personas; debemos basarnos en lo evidente y dejar las intimidades y los secretos para el único que los conoce: Al-lah.

Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se los ordena: {Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él.} [Corán 33:56]

¡Oh Al-lah! Me refugio en Ti de desviarme o ser desviado, de equivocarme o de que me precipite en el error, de oprimir y ser oprimido, de ser ignorante o que sean ignorantes conmigo.

¡Oh Al-lah! Tú eres el Soberano, no existe dios excepto Tú. Tú eres mi Señor y yo soy Tu siervo. He sido injusto con mi alma, reconozco mis pecados, perdona todas mis culpas y mis faltas, porque nadie perdona los pecados sino Tú. Guíame hacia los mejores modales, nadie guía a ellos sino Tú. Aleja de mí las malas obras, no las aleja nadie sino Tú.

¡Oh Al-lah! Perdóname tanto los pecados que cometí como lo que dejé de hacer, y aquellos que haya cometido en secreto y públicamente, y lo que haya malgastado, como también de aquellas cosas que Tú bien sabes de mí.

¡Oh Señor! Ayúdame a recordarte, agradecerte y adorarte de la mejor manera

¡Oh Señor! Nadie puede prohibir que proveas a alguien, así como nadie puede dar si Tú lo impides, y no hay bondad que pueda beneficiar, porque Tuya es la bondad. Oh Al-lah enriquécenos, líbranos de la necesidad y haznos de los que gastan sus bienes por Tu causa y agrado.

¡Oh Al-lah! Toda la gracia que poseo o posea cualquier otro de la creación, proviene de Ti, Único, sin asociados; para Ti es la alabanza y el agradecimiento. Guarda y cuida de mi familia y bienes, pues Tú eres el Único que puede asegurar la salud, el bienestar y la felicidad.