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La hermandad en el islam


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Resumen del tema
La hermandad en Allah es una bendición inmensa que Él concede a los sinceros creyentes. La hermandad es un agua pura que Allah da de beber a los puros creyentes, y el Islam ha cuidado mucho fortalecer la relación entre el musulmán y su hermano. Por ello impuso cosas como: difundir la paz, visitar a los enfermos, entre otros derechos del musulmán de parte de su hermano.

Primer Jutba

Alabado sea Al-lah, Señor del Universo. Lo glorificamos, Le pedimos perdón por nuestros pecados y a Él nos encomendamos. Nos refugiamos en Al-lah del mal que existe en nuestras propias almas y de los perjuicios de nuestras malas acciones. A quien Al-lah guía nadie puede desviar, y a quien extravía nadie puede guiar. Atestiguamos que nada ni nadie merece adoración sino Al-lah, Único, Quien no tiene copartícipe alguno. Atestiguamos que Muhammad es Su siervo y Mensajero. Alabado sea Al-lah, Quien nos enseñó nuestros deberes y derechos. Alabado sea Al-lah, Quien condicionó nuestro éxito como comunidad al respeto de estos derechos y obligaciones.

¡Musulmanes! El Islam es una religión única y sin igual, pues ha establecido para sus seguidores un sistema completo y coherente, en el que se entrelazan los derechos y las obligaciones de cada uno, por lo que los intereses personales no tienen cabida, sólo cuenta que a cada persona hay que darle lo que le corresponde por derecho.

Uno de los derechos establecidos por el Islam son las obligaciones que tiene todo musulmán para con sus demás hermanos en la fe.

Los primeros musulmanes nos dan el mejor ejemplo de lo que estamos hablando. Ellos, bajo la instrucción de nuestro amado Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, pasaron de la teoría a la práctica, convirtiendo la hermandad en la fe en un modo de vida.

Inicialmente, comenzaron en la Meca, cuando el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, hermanó entre su tío y noble de Quraish, Hamzah, Bilal el etíope, Salmán el persa, Suhaib el bizantino y Abu Dharr Al Guifari (perteneciente a una tribu enemiga de Quraish), a todos estos los unió la fe sin importar sus orígenes, color, lengua, posición social y económica; todos se unieron bajo el mismo emblema: {Ciertamente los creyentes son todos hermanos entre sí; reconciliad, pues, a vuestros hermanos, y temed a Al-lah para que Él os tenga misericordia [en esta vida y en la otra].} [Corán 49:10] Esta fue la primera etapa del proceso de hermanamiento en la fe que comenzó en el Islam.

La siguiente fase fue hermanar entre las tribus del Aus y Al Jazray de Medina, que por años y años vivieron sumidos en luchas interminables, que les había costado muchas vidas y bienes.

El siguiente paso fue el establecimiento de la hermandad entre los Muhayirun (los musulmanes que emigraron de la Meca a Medina) y los Ansar (los musulmanes de Medina), un hecho que no tiene y no tendrá igual en la historia de la humanidad.

Ejemplos como estos hay bastantes, al punto de que si no fuera porque los relatos que hay sobre ellos son certificados por su autenticidad histórica, pensaríamos que se tratan de historias de fantasía. Pero la fe que estos hombres y mujeres tenían en Al-lah, clara y consciente, les facilitó las cosas para dejar atrás cualquier tipo de discriminación y lograr una hermandad real basada en el amor a Al-lah.

Dentro de los muchos deberes que cada uno tiene hacia sus hermanos musulmanes, tenemos: amarlos fraternalmente, responder su saludo, visitarlos cuando están enfermos, participar en sus entierros, responder lo que dicen cuando estornudan y aconsejarlos cuando lo necesitan o lo solicitan. Dijo el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “Quien tiene las siguientes tres cualidades encontrará la dulzura de la fe: Que Al-lah y su Mensajero le sean más queridos que todo lo demás, que quiera a alguien sólo por Al-lah y que odie volver a la incredulidad como odiaría ser lanzado al fuego”. [Bujari y Muslim] También dijo: “Al-lah cubrirá a siete con Su sombra, en el día en que no haya sino Su sombra: al gobernante justo, al joven que se crió adorando a su Señor, a un hombre cuyo corazón está apegado a las mezquitas (reza en ellas las cinco oraciones); a dos personas que se quieren por Al-lah, que se reúnen y se separan por Al-lah; a un hombre que rehúsa la invitación a fornicar de una mujer atractiva y noble, diciéndole: temo a Al-lah; a un hombre que da en caridad de forma oculta hasta que ni su izquierda sabe lo que dio la mano derecha (nadie sabe de sus donaciones caritativas); y a un hombre que recuerda a Al-lah en solitario y sus ojos se llenan de lágrimas”. [Bujari y Muslim]

Abu Hurairah relató que el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Un hombre fue a visitar a su hermano en otro pueblo. Entonces, Al-lah envió un ángel para que lo esperase en el camino. Cuando llegó a él, le preguntó (el ángel): ‘¿Adónde quieres ir?’ Contestó: ‘Quiero visitar a mi hermano en este pueblo’. Le dijo: ‘¿Acaso le has hecho algún favor (y quieres que te lo devuelva)?’ Dijo: ‘No, sino que yo lo amo por Al-lah, Exaltado y Majestuoso’. Le dijo: ‘Pues yo soy un mensajero de Al-lah para informarte que Al-lah te ama así como tú lo amas a él’”. [Muslim] En otro relato de Abu Hurairah, encontramos: “No entrarán al Paraíso hasta que crean, y no creerán hasta que se amen. ¿No quieren que les indique algo que, si lo hacen, incrementará el amor entre ustedes? Extiendan el saludo (Salam) entre ustedes”. [Muslim]

En el siguiente Hadiz encontramos otros de los derechos a los que nos referimos, dijo el Enviado de Al-lah, sallal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El musulmán tiene seis derechos sobre otro musulmán”. Preguntaron: “¿Cuáles son, oh Mensajero de Al-lah?” Contestó: “Si te encuentras con él debes saludarlo, si te invita (a su casa, a una comida, etc.) debes aceptar; si te pide consejo, dáselo; si estornuda y alaba a Al-lah, deséale salud (diciéndole: yarhamuk Al-lah); si está enfermo, visítalo; y cuando muera, acompaña su funeral”. [Muslim]

Es un deber de todo musulmán no odiar ni envidiar ni ser rudo con su hermano en la fe, pues el creyente es una persona cuyo corazón está limpio de rencor y envidia. Cuando un siervo sincero de Al-lah se acuesta a dormir por la noche, declara ante Al-lah que en su pecho no encierra ningún sentimiento negativo hacía otro musulmán. Dijo el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “No se envidien unos a otros ni corten las relaciones entre unos y otros. No se odien unos a otros ni se alejen unos de otros. Sean siervos de Al-lah y hermanos”. [Bujari]

El rencor y la envidia son de las más peligrosas enfermedades que pueden atacar al corazón, que Al-lah nos libre a todos. El envidioso, al ver a su hermano en prosperidad y bienestar, siente que lo odia y desea su ruina y desgracia, olvidando por completo que es Al-lah Quien ha proveído para esa persona todo lo que tiene, pues Él es Quien reparte la provisión de cada criatura. Por esta razón, cuando alguien sienta que esto le está pasando, debe recapacitar y volver a Al-lah arrepentido, suplicando Su favor, no deseando lo ajeno, y pedir a Al-lah por sus hermanos; dice el Altísimo:{¡Oh Señor nuestro! Perdónanos, a nosotros y a nuestros hermanos que nos han precedido en la fe. No infundas en nuestros corazones rencor hacia los creyentes. ¡Señor nuestro! Tú eres Compasivo, Misericordioso.} [Corán 59:10]

En una narración de Anas, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Estábamos sentados donde el Profeta y él dijo: ‘El próximo que entre es una persona que estará en el Paraíso’. Entró un hombre de los Ansar, de quien goteaba agua de su barba por el Wudu’ y llevaba sus sandalias en la mano izquierda. Al día siguiente, el Profeta dijo lo mismo y entró la misma persona en el mismo estado. Lo mismo sucedió el tercer día, sólo que cuando el Mensajero de Al-lah se marchó, ‘Abdul-lah Ibn ‘Amer Ibn Al ‘As siguió a este hombre y le dijo: ‘Me puedes dar posada por tres noches, pues abandoné a mi padre por este periodo’, el hombre accedió”. Dijo Anas: “‘Abdul-lah contó que pasó tres noches en casa de esta persona y no vio que hiciera algún tipo de adoración extraordinaria, como hacer oración durante la madrugada. En la noche, antes de dormir, invocaba a Al-lah y lo enaltecía, y luego se dormía hasta la oración del Fayr. Sin embargo, ‘Abdul-lah aclaró que no le había escuchado pronunciar algo inapropiado y dijo: ‘Cuando las tres noches estaban por terminar, yo casi que menosprecio su adoración, así que le dije que yo no estaba molesto con mi padre, sino que solamente quería saber la razón por la cual el Profeta dijo acerca de él: ‘El próximo que entre es una persona que estará en el Paraíso’, tres veces. Te pedí posada para ver de qué forma adoras a Al-lah para imitarte; sin embargo, veo que no haces nada más allá de lo obligatorio. Le mencioné que quería saber lo que él había hecho para merecer semejante honor y bendición’. El hombre le respondió que no hacía más de lo que lo había visto hacer, sólo que cuando iba a dormir su corazón estaba libre de cualquier sentimiento negativo hacia algún musulmán, no aborrecía a nadie y tampoco envidiaba los bienes que Al-lah dispuso para otro. Entonces, ‘Abdul-lah dijo: ‘Esa es la razón por la que te mereces tanto honor y bendición y, al mismo tiempo, es algo muy difícil de hacer por parte nuestra’”. [Ahmad]

El musulmán tiene la obligación de auxiliar a otro musulmán cuando tiene las posibilidades de hacerlo. Abu Hurairah relató que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Quien ayuda a un musulmán en una dificultad de esta vida, Al-lah le ayudará ante las dificultades que encontrará en el más allá. Quien facilita algún asunto a un musulmán en aprietos, Al-lah le facilitará sus asuntos en esta vida y en la otra. Quien no pone en evidencia a un musulmán en esta vida, Al-lah no lo pondrá en evidencia en la otra. Al-lah ayudará a la persona, siempre que esta ayude a su hermano en la fe”. [Muslim]

Otro de los derechos que tienen nuestros hermanos en la fe es que debemos defenderlos de la injusticia y la opresión. Anas, que Al-lah esté complacido con él, mencionó que el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Defiende a tu hermano, sea oprimido u opresor”; un hombre le preguntó: “Sabemos que debemos defender al oprimido, pero, ¿cómo defendemos al opresor?”. Le respondió: “Impidiéndole ser injusto”.

Un musulmán sabe que no existe persona que no se equivoca, de esta forma, sabe que debe ser flexible con sus hermanos en la fe y que no debe andar por ahí exponiendo sus errores a los cuatro vientos; por el contrario, es consciente de que tiene la obligación de disculparlos por los errores que cometan en su contra y cubrir estas faltas. Los ‘Ulama’ (especialistas y sabios) dicen: “Existen dos clases de personas: una, aquellos que se caracterizan por su piedad y excelente comportamiento, pero que en ocasiones su ser los engaña y caen en malas acciones. Si alguien sabe que uno de estos se equivocó, debe encubrir su falta y no ponerlo en evidencia. Dijo el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, según lo trasmitido por Abu Barzah Al Aslami: ‘¡Oh, quienes de ustedes han creído con su lengua, pero la fe no ha entrado en sus corazones! No anden por ahí detrás de las personas buscando sus faltas y errores, pues quien haga esto, Al-lah lo avergonzará el Día del Juicio ante toda la creación’. [Ahmad y Abu Dawud] A la segunda clase pertenecen todos aquellos que no tienen el más mínimo reparo en pecar en público o en privado, estos son los corruptos y perversos, da igual si se habla de ellos o no”.

Le pido a Dios perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.

Segundo Jutba

Queridos hermanos, ciertamente los lazos de fraternidad en el Islam son mucho más fuertes que los de sangre, porque la hermandad, de la forma en que nuestra religión la establece, es la única manera que existe de unir a personas de diferentes orígenes y formas de pensar. La hermandad en el Islam es lo que hace que todos los musulmanes seamos uno solo, un cuerpo sólido el cual es sostenido por todos y cada uno de nosotros; hasta los ángeles suplican a Al-lah, Glorificado sea, por todos los musulmanes sin hacer diferencias. Dice el Altísimo: {Los [Ángeles] que portan el Trono, y los que están a su alrededor, glorifican con alabanzas a su Señor, creen en Él y piden el perdón para los creyentes diciendo: ¡Señor nuestro! Tú lo abarcas todo con Tu misericordia y sabiduría. Perdona a quienes se arrepienten y siguen Tu camino, y presérvalos del castigo del Fuego. ¡Señor nuestro! Introdúcelos en los Jardines del Edén que les prometiste; junto con quienes fueron piadosos y creyentes de sus padres, esposas y descendientes; ciertamente Tú eres Poderoso, Sabio. Presérvalos de cometer pecados [y del castigo]. Por cierto que Tú te apiadarás, cuando llegue el Día del Juicio, de aquel que haya sido preservado de cometer pecados; éste será el triunfo grandioso.} [Corán 40:7-9] En estas aleyas queda más que claro que la base de la unión es la fe, pues mencionan que la relación existente entre los ángeles que cargan el Trono de Al-lah y los seres por los que piden misericordia y perdón es la fe, ya que los ángeles y los seres humanos son mencionados con la característica de la creencia.

Musulmanes, no nos queda más que aplicar todo lo que hemos mencionado anteriormente; por ello, debemos apoyarnos los unos a los otros y convertirnos en siervos de Al-lah, hermanados por la fe, pues, de lograrlo, seremos nosotros los directamente beneficiados. Dice Al-lah: {Y obedeced a Al-lah y a Su Mensajero, y no discrepéis, porque os debilitaríais y seríais derrotados.} [Corán 8:46], y: {Aferraos todos a la religión de Al-lah y no os dividáis.} [Corán 3:103]

Hermanos, teman a Al-lah y recuerden que Su mano está sobre el grupo de musulmanes unidos; por ello, deben estar siempre dispuestos a ayudar a sus hermanos en la fe donde quiera que ellos se encuentren y dejar de hacer diferencias entre los unos y los otros, para que de esta manera todos nos aferremos a la religión de Al-lah y no nos dividamos, pues la unión en la fe es la que nos hará fuertes e invencibles.

Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se los ordena: {Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él.} [Corán 33:56]

Oh Señor soy Tu siervo, hijo de Tu siervo y Tu sierva, mis asuntos están en tus manos, tus órdenes he tratado de llevarlas a cabo, tu decreto sobre mi es justo, te suplico por todos tus nombres con los cuales te has llamado a Ti mismo, o lo hayas revelado en tu libro, o lo hayas enseñado a alguien de tu creación, o lo hayas preservado en tu conocimiento oculto, que conviertas al Corán en lo que revive mi corazón, la luz de mi pecho, que da final a mi tristeza y alivia mis preocupaciones.

Oh Señor me refugio en Ti de las preocupaciones y las tristezas, de la debilidad y la vagancia, de la avaricia y la cobardía, del peso de las deudas y de ser dominado por los hombres.

Oh Dios mío perdona a nuestros vivos y a nuestros muertos, a los que están presentes y ausentes, a nuestros niños y ancianos, a los hombres y a las mujeres. Oh Dios mío, a quien des vida que viva en el Islam, y a quien des la muerte que muera en la Fe, Señor no nos prives de la recompensa de la Fe y no nos desvíes luego de habernos guiados.